«Gravity» de Alfonso Cuarón

Se estrena en nuestras salas la última película de Alfonso Cuarón, un director que goza entre los aficionados de un prestigio a mi juicio un tanto desproporcionado, habida cuenta de lo exiguo de su producción y de los resultados finales de la misma. Lo cual no es óbice para admitir que, efectivamente, Y tu mamá también (2001) –el filme que lo lanzó a la fama–, es una obra inteligente y con buen pulso narrativo; o que, con diferencia, la mejor entrega de la saga de Harry Potter, Harry Potter y el prisionero de Azkabán (2004), lleva su firma; por no mencionar que, en Hijos de los hombres (2006), el realizador mexicano hace una incursión en la ciencia ficción tan alejada de la pirotecnia estéril de este tipo de propuestas que resulta más interesante que el 99% de los productos genéricos de Hollywood. Pero, en cualquier caso, hasta la fecha Cuarón es un autor más digno de tener en cuenta por lo que prometen sus cintas que por lo que a la postre ofrecen. Se diría que su filmografía se halla transitada por virtudes en un perpetuo estado de eclosión y que nunca acaban de concretarse definitivamente en una gran creación, capaz de lanzarle al Olimpo artístico.

Gravity 1 Cuarón

La pregunta que conviene hacerse, por tanto, es si Gravity es justamente esa película que, por fin, aprovecha el talento de su máximo responsable. Y la respuesta, por desgracia, es no. De nuevo, ello no significa que estemos ante un filme fallido, pues cumple con los objetivos que se propone sobradamente (y que quedan ilustrados en el intertítulo que abre el relato); pero desde luego no es en absoluto una obra cuyas cualidades la hagan destacar por encima de otras creaciones de su género. Y que nadie se confunda: dada su aproximación minuciosa y realista a los acontecimientos que narra, así como la ausencia de especulación científica y/o sociológica, el género en cuestión es el del thriller.

Gravity 4 Cuarón

Así, a lo largo de prácticamente la integridad del metraje, asistimos a la angustiosa lucha de su protagonista, la doctora Ryan Stone (Sandra Bullock), por sobrevivir en un entorno tan hostil para la vida como es el espacio. Dicha lucha se concreta en un guión endeble y plagado de tópicos ‒escrito por el propio director y de su hijo, Jonás Cuarón, donde la tensión se construye torpemente a base de una acumulación, al límite de la verosimilitud, de desastre tras desastre, lo que lamentablemente deja a Gravity demasiado cerca de las películas de catástrofes. En realidad, la originalidad de su trabazón narrativa reside exclusivamente en el hecho de llevar una situación vista hasta la saciedad a un contexto diferente, algo que resulta muy anecdótico y dice muy poco en favor de su trama.

Gravity 2 Cuarón

Ante ello, lo que salva a Gravity de la más absoluta mediocridad es la elegancia, sutileza y habilidad de su realización, a parte de ser lo único que, en el fondo, la vincula un poco a la ciencia ficción (más allá, claro, de los simpáticos homenajes a clásicos del género que pueblan la cinta, léase Alien El octavo pasajero, 2001: Una odisea espacial, Wall.E, etc.). De ahí que la convencional intriga sea dotada por Cuarón de sentido de lo maravilloso mediante las imágenes que recogen la apabullante espectacularidad ultraterrenal nunca mejor dicho del paisaje visto desde el “Explorer” (y que, por cierto, hacen recomendable su visionado en 3D), y, sobre todo, gracias a la reflexión metafísica y existencial sugerida por las tres bellísimas metáforas en torno a los respectivos “renacimientos” de la doctora Stone: su llegada a la Soyuz, que la acoge como si del útero materno se tratara; la pulsión de muerte freudiana y el instinto de supervivencia animal contrapuestos, con exquisita inteligencia, en el delirio y la vigilia a bordo de la cápsula de la EEI, y su salida nadando de la Shenzhou, hasta asentar sus pies sobre la orilla, en una clara alusión a la evolución de la vida en la Tierra.

Gravity 3 Cuarón

Según lo expuesto, la cinta parece una respuesta más poética, “de autor”, de Apolo 13 (1995) de Ron Howard, al alejarse del elemento dramático que aquella priorizaba y dar preeminencia al componente de suspense, prodigio y trascendencia que propicia una situación tan inusual, y tan extrema, como la narrada en ambos filmes. Y puesto que se trata de un thriller irónicamente claustrofóbico y minimalista, no puedo evitar acordarme también de Buried (2010) de Rodrigo Cortés, una pieza muy similar a la de Cuarón, solo que en otro contexto también hostil a la vida humana, y que, a diferencia de Gravity, partía de un guión que aprovechaba al máximo la potencialidad de su historia.

GRAVITY 5 Cuarón

En definitiva, pues, más de lo mismo: habrá que seguir esperando todavía esa película en la que, por una vez, Cuarón no sea mejor que su obra.

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