«Bienvenidos al fin del mundo»: culminación de la ‘Trilogía del Cornetto’ de Wright y Pegg

Zombies party (2004), Arma fatal (2007) y la cinta que ahora nos ocupa, Bienvenidos al fin del mundo (2013), conforman la denominada –con toda la sorna– “Trilogía de los tres sabores del Cornetto”, al haber en cada una de ellas una referencia a un sabor diferente de este popular cucurucho (sic). Que la unión de las tres películas reciba un nombre tan pintoresco ya es indicativo de lo que, en realidad, tienen en común dichos filmes –sobre decirlo, de tramas completamente independientes–, y es su condición de parodias de géneros cinematográficos muy populares: respectivamente, el de terror, el policíaco y el de la ciencia-ficción. Asimismo, las tres obras están producidas por Nira Park, dirigidas por Edgard Wright, coguionizadas por él y por Simon Pegg y protagonizadas por el propio Pegg y Nick Frost. De hecho, hay que señalar que la mayor parte del reparto se repite o se alterna, y procede, o tiene conexiones, con el ámbito televisivo de Gran Bretaña, en el que Pegg, Wright y Park colaboraron previamente.

Bienvenidos al fin del mundo 1

Quizá por haber perfeccionado un estilo propio mediante la práctica anterior, o sencillamente porque Pegg y Wright han ido desarrollando, ampliando y puliendo sus respectivas carreras, lo cierto es que la última de la saga es la culminación de las tres entregas, dada su mezcla, tan ingeniosa como lisérgica, entre las comedias dramáticas sobre reencuentros de viejos amigos (por ejemplo, Los amigos de Peter, 1992), el canto nostálgico y casi melodramático a la juventud perdida (en este caso, ubicada en los años 90, de ahí los hits del pop-rock británico de la época que pueblan la banda sonora: The Stone Roses, Suede, Pulp, James, Blur, The Sisters of Mercy…) y la ciencia ficción de serie B, tomando el género con una libertad tan absoluta que hay pinceladas, hechas con desfachatez y sin orden alguno, de novelas, series y cintas icónicas, yendo desde La guerra de los mundos hasta La invasión de los ladrones de cuerpos, pasando por Star Trek y El Dr. Who y llegando hasta Almas de metal, Terminator o Mad Max.

The World's End 2

Milagrosamente, y con semejante combinación de elementos, lo que tendría que haber sido un dislate infumable se convierte en un entretenimiento de primera clase, que mantiene al espectador interesado y divertido desde su impactante prólogo –por cierto, filmado y planificado de forma admirable– hasta su sorpresivo desenlace.

The Wolrd's End 4

Y es que, a partir de una premisa argumental adscrita a la cotidianidad (un grupo de cuarentones vuelve a su pueblo natal para completar la ruta por los pubs de la Milla Dorada, interrumpida años atrás por culpa de la irresponsabilidad de su cabecilla), el guión se construye en base a un apoteósico clímax final, con un giro impredecible que otorga al conjunto la condición de cachondo pastiche freakie. De hecho, Pegg y Wright hacen un alarde de talento mediante unos diálogos ingeniosos y unas situaciones surrealistas e hilarantes, en las que, inopinadamente, también hay espacio para pequeños detalles tragicómicos que confieren verosimilitud a lo narrado y logran que el público empatice con los personajes. De ahí que Bienvenidos al fin del mundo sea una brillante fusión, ejecutada con una elegancia very british, entre el humor inteligente y sutil y la gamberrada punkie.

Bienvenidos al fin del mundo 3

No en balde, el punto de inflexión de la historia, en el que pasamos de la comedia costumbrista a la parodia scifi se produce justamente con una lucha cuerpo a cuerpo entre el protagonista, Gary King (excelentemente interpretado por Simon Pegg) y unos adolescentes que le recuerdan ese “paraíso perdido” de su juventud. Que el enfrentamiento generacional sea lo que dé el pistoletazo de salida al elemento fantástico va en coherencia con la temática del filme, que no es otra que un recordatorio de la intrínseca condición infantil de la humanidad; o, dicho en palabras más acordes con el tono ligero del relato: que madurar no tiene que implicar renunciar a los sueños ni a la imaginación, dado que, en el fondo, la comprensión del mundo y de la existencia escapa a nuestra capacidad. ¿Qué nos queda salvo “fantasear”, aunque sea sesuda y científicamente, sobre ello?

Bienvenidos al fin del mundo 4

Así que, si lo que se quiere es asistir a un espectáculo ameno y desternillante, pero que al mismo tiempo evite la tontada descerebrada, Bienvenidos al fin del mundo es la respuesta. Porque se pueden arrancar las carcajadas entre el patio de butacas sin descuidar la realización, como demuestra Wright con un trabajo vigoroso e impecable, y también sin insultar la inteligencia del espectador repitiendo bromas oídas hasta la saciedad o cayendo en la vulgaridad párvula del “cacaculopedopis”. Afortunadamente, nada de eso hay en una de las mejores comedias de los últimos años.

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