«Rompenieves (Snowpiercer)» de Bong Joon-Ho

Quien siga la trayectoria de Bong Joon-Ho, tal vez se sienta decepcionado con su último estreno, Rompenieves (2013), sin duda el filme más irregular dentro de una carrera muy sólida, basada en un desbordante talento visual capaz de urdir, con una admirable inteligencia expositiva, historias tan ambiguas como profundas. Pienso, por ejemplo, en la espléndida –y solo distribuida en edición doméstica en España– Madeo/Mother (2009) o la imprescindible Memories of Murder (Crónica de una asesino en serie), conocida en nuestros lares porque tuvo la fortuna de ganar varios premios en el Festival de San Sebastián de 2003.

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En este sentido, y tratándose Rompenieves de una gran superproducción para todos los públicos, marcada como ninguna otra del autor por el componente hollywoodiense de la misma –rodada en inglés, con actores mayoritariamente americanos o británicos, de corte fantástico…–, no debe extrañar que, por desgracia, se encuentre lastrada por un conjunto de tópicos de raíz. En realidad, tales tópicos ya se encuentran presentes en el cómic del que parte, Le Transperceneige (1982-1999), de Jacques Lob, Jean-Marc Rochette y Benjamin Legrand, a los que no favorece una cierta laxitud narrativa de la película, a buen seguro propiciada por la necesidad de condensar todo un universo en apenas dos horas de duración.

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Dicho lo cual, hay que señalar que Rompenieves se constituye en un adictivo espectáculo cinematográfico, con una estructura intensamente climática, sostenida a lo largo de todo el metraje con impecable habilidad por parte del director coreano. De ahí que la cinta vuelva a ser una nueva muestra de la inimitable capacidad de Bong para realizar obras que, acotadas o limitadas –como es el caso– por su género, trascienden los estrictos márgenes que las encorsetan mediante el aliento lírico y simbólico de sus imágenes. Ello termina por poner en primer término una serie de sugerencias creativas que abren la puerta de forma inadvertida, casi casual, a reflexiones de enjundia (de tipo ético, ontológico, artístico…). Como ejemplo, conviene citar la secuencia en que la ministro Mason (Tilda Swinton) explica a una audiencia nada propicia el porqué de los brutales métodos represivos del orden social que ella defiende. Construida a base de planos cortos, el director sintetiza el enfrentamiento entre dos concepciones de la vida: una que apuesta por la unión altruista de los individuos –de ahí que se centre en los rostros y las expresiones de los oprimidos– y otra que parte del egoísmo solipsista de la instrumentalización del prójimo –de ahí el gusto por los planos detalle–.

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De esta manera, Rompenieves pasa de ser la típica pesadilla distópica que ataca el sistema de clases sociales característico de las civilizaciones “desarrolladas”, donde un héroe-salvador se enfrenta con desigual suerte al sistema, a una emotiva y lúcida indagación existencial y moral sobre las luces y las sombras del ser humano. Sabiamente, Bong potencia lo que de diferente tiene el paisaje post-apocalíptico de partida: que los únicos supervivientes de la congelación masiva de la Tierra sean las personas hacinadas en un tren regido por un sistema de autoabastecimiento, gracias a un movimiento perpetuo que circunvala toda la esfera terrestre a lo largo de un año.

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Ciertamente, semejante premisa, aunque inédita, no difiere mucho de otras obras adscritas a la ciencia ficción o al fantastique en general, en que los protagonistas deben convivir en un espacio cerrado marcado por las diferencias de temperamento y/o de jerarquías. Lo que permite a Rompenieves devenir una propuesta más inteligente que el 90% de producciones de este tipo que ofrece la industria es sencillamente la capacidad de Bong Joon-Ho de ajustar perfectamente la trama y el tema a su plasmación visual. Por tanto, en un tren que no se para, con unos rebeldes de la cola que no hacen más que avanzar hacia la zona de delante, donde se encuentra quien controla la locomotora (en la cúspide social), lógicamente el filme se articula en torno a un crescendo sostenido y dosificado que va avanzando con mayor celeridad conforme los acontecimientos se precipitan. No es casual, en consecuencia, que la historia se cierre con un conjunto de sorpresas finales y que lo mejor de la propuesta se encuentre en el último tramo de la misma.

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Y dicha afirmación es válida no solamente desde el punto de vista argumental e interpretativo, sino, sobre todo, escénico, pues será entonces cuando se dé rienda suelta a una imaginación espacial exuberante, en la que los efectos especiales puntuarán de forma irreprochable los acontecimientos.

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Sabiendo, pues, que Rompenieves no deja de ser en el fondo una película de Hollywood (aún a pesar de los toques de humor surrealista que sazonan la cinta), es aconsejable ponderar en su justa medida las virtudes que atesora; estará por ver si el tiempo le permitirá superar los maniqueísmos superfluos y la imprecisión argumental de alguna de sus partes.

Un Comentario

  1. Esata bastante bien, aunque muy alejada de su obra mas emblemática quizás.Memories of Murder hay realmente dio su canto mas profundo. Cuidate

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